EDITORIAL

La Universidad investigativa: propósito de la madurez institucional

Es claro  que una Universidad que se precie como tal debe ser investigativa, es decir, capaz de responder preguntas pertinentes a su realidad, GENERADORA DE CONOCIMIENTO NUEVO, pensante, reflexiva, crítica e inquisitiva en el mejor sentido del término, y para ir efectivamente más allá de lo rutinario debe colocar dicho conocimiento al servicio de la sociedad que la sustenta. La Universidad de los Llanos ha llegado a la edad de la madurez transitando tres décadas de errabundos y ensimismados pasos–casi sin mirar a su entorno-conformándose apenas con su crecimiento vegetativo, agobiada por la vaguedad de su indeterminación misional hasta llegar hoy día a acogerse a un modelo de trabajo dentro de las denominadas “sociedades del conocimiento”, sin embargo, en su interior aún hallamos frecuentes gestos de resistencia cuando de definir categóricamente su vocación como organización se trata.

Cumpliendo ya los primeros treinta años de vida institucional, hemos convenido nuestro Plan de Desarrollo Institucional (PDI) teniendo como eje el aseguramiento de la calidad; la búsqueda de la acreditación institucional al llegar al año 2020, para lo cual se proponen 9 estrategias y 35 programas principales, de los cuales se derivarán los proyectos específicos que nos permitirán adecuar la institución para la producción sostenida de conocimiento científico, la interpretación  emancipadora y la crítica social, para encarnar, recrear y manifestar la cultura a través de las ciencias humanas y de la literatura y el arte en general, para proponer la innovación y adecuación tecnológica pertinente a los retos del desarrollo sostenible a escala humana en la Orinoquia Colombiana.

Para que ello sea fraguado en ejecutorias concretas, contando con indicadores de cambios verificables, la formulación de los respectivos Planes de Acción de cada periodo, debe tener presente objetivos, metas y acciones posibles en una medida casi personalizada, contando con el compromiso de cada uno de los integrantes de la comunidad universitaria. Cada mano, cada brazo y sobre todo, cada cerebro cuentan para que la transformación esperada profundice el modelo investigativo y alcance un amplio reconocimiento social, se trata en concreto; de que el PDI no sea letra florida en un vistoso documento, sino que se asuma como una búsqueda y una ruta compartida por todos y cada uno de los estudiantes, profesores y funcionarios.

La Universidad, por supuesto, siempre pretenderá ir más allá de la simple producción de conocimiento, su meta última no puede agotarse en la mera tarea científica o técnica, sino que, debe organizarse para pensar con autonomía, como bien lo ha recordado el Profesor Dr. Jorge Ossa Londoño recientemente durante el lanzamiento de la Cátedra Jorge Ortega, quien nos acompaña en este número con una reflexión sobre las razas criollas y la universidad criolla. Trascendiendo la idea mercantilista de contar con “usuarios” satisfechos que giran en las orbitas que la sociedad de consumo les traza, una Universidad madura intelectualmente profundiza el pensamiento, cuestiona cada rumbo y cada camino, pero no se niega a intentar respuestas, a ejecutar mediante la creatividad y el trabajo académico nuevas obras que, como las gotas de agua que descienden de los bosques de niebla se tornen, a golpes entre las breñas, en cristalinos arroyos de agua dulce. Y por ventura, ojala nuestros paisanos de esas aguas sí puedan beber...

Pedro René Eslava M.

Director IIOC